Tras el empate del Real Madrid en El Madrigal, parece que La
Liga vuelve a impregnarse de una emoción alicaída tras la brecha de diez puntos
que los blancos habían conseguido abrir desde el pinchazo del Barça en el Reyno
de Navarra. Nos encontramos ante una batalla histórica, una lucha de estilos,
de posesión o contraataque, de técnica o músculo, de cantera o fichajes
millonarios, de Cristiano vs Messi,de Casillas vs Valdés, de Mourinho vs
Guardiola…Creo que los periodistas somos afortunados por estar viviendo a
tiempo real esta lucha de titanes, de dos plantillas difíciles de repetir en
ambos bandos. Esta Liga nos está permitiendo disfrutar de un combate
inolvidable, un combate donde el fútbol debería ser el epicentro de cada análisis,debates,tertulias... Pero tristemente, entre todos, estamos convirtiendo a los árbitros en protagonistas
erróneos de una película donde los actores principales deberían ser otros.
Paradas Romero expulsando a Mourinho Marca (Vicente Gómez) |
Ayer, sin ir más lejos, Leo Messi se convertía en el máximo
goleador de la historia del Barça, superando al mítico César. Otra exhibición,
otro hat-trick, otro balón a casa.
Pero después del partido sólo se hablaba de los posibles penaltis no señalados a
favor del Barça, de la expulsión de Alves tras su doble penalti, de si Messi
marca el 3-2 en fuera de juego… Hoy, vibrante partido en El Madrigal, con
alternativas, ocasiones, emoción, Cristiano manteniendo su duelo por el
pichichi con Messi…Y al final del partido sólo se habla de Paradas Romero, el
colegiado del choque. El debate se centraba en si hubo falta en el gol de
Senna, en la expulsión de Ozil y Ramos, en el silencio de Mourinho tras el
partido…incluso de lo que ocurrió en el túnel de vestuarios tras el pitido
final, con Pepe haciendo de las suyas.
Me parece lógico que las jugadas polémicas sean parte
importante del análisis post partido, pero no se pueden convertir en el centro
de debate en torno al cual giran las disputas entre los simpatizantes de uno y
otro equipo. Y menos aún de los periodistas. Unos resucitando al Villarato, otros insinuando que
Florentino entrega maletines al colectivo arbitral, que Rosell le pide favores
a Villar… ¿No se dan cuenta, madridistas y culés,
que son los menos indicados para quejarse de los árbitros? ¿No nos damos cuenta
de qué nos encontramos ante dos equipos irrepetibles, ante jugadores únicos que
tardarán siglos en volver a aparecer? ¿Y
aún así preferimos hablar de conspiraciones arbitrales inexistentes?
Creo que si se sigue actuando en esta línea, lo único que
vamos a conseguir es desvirtuar aún más lo que siempre he entendido como una
competición limpia, en dónde gana el mejor, el más regular, el que se lo gana
durante toda la temporada en cada uno de los estadios de nuestro país.
Es cierto que hay árbitros muy malos, pésimos, pero no puedo llegarme a
imaginar a un colegiado profesional recibiendo órdenes de arriba para favorecer
a blancos o azulgranas.
Hablemos de la magia del Barça,
de la pegada del Madrid. Del periscopio de Xavi, de las diabluras de Ozil; de
las croquetas de Iniesta, de los slalom de Dí María; de un monstruo competitivo
llamado Cristiano o de una leyenda viva de nombre Leo y de apellido Messi… Ellos deben ser los verdaderos y principales
protagonistas de esta historia. Dejemos a los árbitros en paz y hablemos de lo
que debemos hablar. Hablemos de fútbol, por favor…
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